martes, 6 de julio de 2021

Datos que quizás no sabías de Santa María Goretti

 

El nombre de Santa María Goretti está asociado principalmente a la virtud de la castidad, sin embargo hay otros aspectos de su vida que probablemente no son muy conocidos y que valen la pena imitar para crecer en la fe.

Aquí presentamos once cosas sobre esta “dulce mártir de la pureza”, como la llamó el Papa Pío XII.


1. Trabajó desde pequeña

Una biografía suya publicada en Vatican News indica que María nació el 16 de octubre de 1890 en Italia, en el seno de una familia pobre que se trasladó desde la provincia de Ancona hasta la localidad Ferriere di Conca, en la provincia de Lazio, para trabajar los campos del conde Mazzoleni.

Allí la niña vendía huevos, preparaba la comida para los campesinos, remendaba ropas y cuidaba de sus hermanos menores.


2. Fue una hija ejemplar

Vatican News señala que tras la muerte de su padre Luigi Goretti, María “sintió que tenía que apoyar a su mamá que se quedó sola cuidando a la familia”.

Ella se encargó de hacer los quehaceres y de atender a sus hermanos. Incluso prefería comer lo que sobraba de las comidas para que todos se alimentasen bien.

Por dificultades económicas, su familia se asoció con los Serenelli, quienes no tenían un buen comportamiento y eran déspotas.

Para calmar la angustia de su madre Assunta, María le decía: “Ánimo, mamá, no tengas miedo, que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!”.


3. Prefería morir antes que decir una mala palabra

Un día María compartió a su madre la indignación que sintió al escuchar un intercambio de palabras obscenas entre un muchacho y una de sus compañeras.

Assunta le dijo: “Pues lo que te entre por una oreja que te salga por la otra. Mira, hija, como tú te sorprendes de las cosas de los otros, otros pueden sorprenderse con las cosas que tú hagas”.

Entonces la niña respondió: “Si yo alguna vez he de hablar así, prefiero morirme antes”.


4. No fue a la escuela

En un mensaje, San Juan Pablo II indicó que Santa María Goretti no pudo ir a la escuela por “las dificultades de la pobreza”.

Sin embargo, ella y sus cinco hermanos fueron “educados por los padres en el respeto a sí mismos y a los demás, así como en el sentido del deber cumplido por amor a Dios”.


5. Con ayuda de su pueblo hizo la Primera Comunión

Santa María Goretti ansiaba recibir la Eucaristía desde pequeña y cuando le manifestó ese deseo a su madre, esta le dijo: “¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo y no tenemos ni un momento libre”.

La niña le respondió: “¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús!”.

Sus vecinos la ayudaron en su preparación para el sacramento e incluso consiguieron las prendas que necesitaba para ese gran día.

Así, María hizo su Primera Comunión el 29 de mayo de 1902 a los once años de edad, un año antes de lo que se acostumbraba en la época.


6. Encontraba consuelo en la oración

A los diez años María perdió a su padre, sin embargo, buscó consuelo en la oración, especialmente en el rezo del Rosario.

La santa también buscó refugio en la Virgen ante las propuestas indecentes de Alessandro Serenelli, y las amenazas de muerte que este le hacía debido a los rechazos de María.


7. Resistió un intento de violación

El 5 de julio de 1902, Alessandro aprovechó que María estaba sola en casa e intentó violarla. Pero ella se resistía gritando “¡No! ¡Es un pecado! ¡Dios no quiere eso!”, y le advertía que podía ir al Infierno.

Cegado por la rabia, el joven la apuñaló catorce veces con un punzón. Las heridas afectaron su corazón, su pulmón izquierdo, su diafragma y sus intestinos.


8. Ofreció sus sufrimientos a la Virgen María

Luego que su madre y el padre de Alessandro la encontraran, María fue llevada a un hospital cercano. Los médicos se sorprendieron de que no hubiera muerto por la gravedad de sus heridas. La operaron para tratar de salvarla y debido a su delicado estado no pudieron colocarle anestesia.

Ella no se quejaba de los dolores y ofreció sus sufrimientos a la Madre de Dios.


9. Perdonó a su agresor antes de morir

Antes de fallecer, el sacerdote le preguntó: “María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino?”. Ella respondió: “Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al Paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado”.

San Juan Pablo II destacó este gesto y afirmó que “el espíritu del perdón animaba las relaciones de toda la familia Goretti y, por esta razón, pudo expresarse con tanta espontaneidad en la mártir”.


10. Su asesino se convirtió

Alessandro Serenelli fue condenado a 30 años de cárcel y parecía que no tenía ningún remordimiento por su crimen. Pero se arrepintió tras ser visitado por el entonces Obispo de Noto, Mons. Giovanni Blandini, y tener un sueño donde María derramó sobre él catorce lirios, la misma cantidad de veces que la apuñaló.

Cuando salió libre, buscó a la madre de la santa para pedirle perdón. Años después, Alessandro colaboró con su testimonio en la causa de beatificación. También fue admitido en la Tercera Orden de San Francisco.


“El asesino de María Goretti reconoció la culpa cometida, pidió perdón a Dios y a la familia de la mártir, expió con convicción su crimen y durante toda su vida mantuvo esta disposición de espíritu. La madre de la santa, por su parte, le ofreció sin reticencias el perdón de la familia”, destacó San Juan Pablo II.


11. Una de sus hermanas se hizo religiosa

Según indica el sitio web oficial del Santuario de Corinaldo, el día de su martirio, la santa estaba cuidando de su hermana de dos años, Teresa Goretti, antes de que Alessandro se llevara a María para intentar violarla.

Teresa despertó y empezó a llorar al escuchar los gritos de María. Este llanto hizo que Assunta y el padre de Alessandro regresaran a la casa desde el campo y encontraran a la santa malherida.

El 23 de octubre de 1920, Teresa ingresó como religiosa en el instituto de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María y tomó el nombre de Sor María de San Alfredo.

Se encontró en septiembre de 1969 con el Beato Pablo VI y en 1979 con San Juan Pablo II.

Falleció el 25 de febrero de 1981 en un convento de su instituto en la ciudad italiana de Orvieto.

Contenido extraído de: ACIPRENSA

viernes, 21 de mayo de 2021

EL ESPÍRITU SANTO


Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.


El Espíritu Santo, el don de Dios

"Dios es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).

Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que "Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cisto es necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.

Mediante el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.

Vida de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.

El Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.

Espíritu de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado.

El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.

Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.


Símbolos

Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:

Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.

Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.

Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.

Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.

Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.

La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".

La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.


Artículo extraído del blog ACIPRENSA