La Navidad, su verdadero
significado
En estos días nuestro mundo está
sumergido en una vorágine mercantilista que poco tiene de cristiano, recordemos
el verdadero significado de la Navidad y preparemos nuestros corazones como un
pesebre adecuado para que Nuestro Señor repose en él.
1.- LA FIESTA DE LA NAVIDAD:
La fiesta de Navidad fue instituida
por la Iglesia en el siglo IV y es originaria de la Iglesia latina y mas
propiamente de la Sede Apostólica de Roma.
Por falta de documentos exactos
sobre el nacimiento de nuestro Señor, no existe una certeza absoluta acerca del
año, que algunos escritores sagrados y profanos señalan entre el 747 y 749 de
la fundación de Roma (del 7 al 5 A.C.), y del día, que han hecho oscilar entre
el 25 de marzo y el 17 de diciembre.
Hay pruebas del este griego y del
oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento
de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica,
incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución
a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por
determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.
Para profundizar más sobre este
tema, pueden leer el siguiente artículo: "Calculando la Navidad: la
auténtica historia del 25 de diciembre"
2.- EL 25 DE DICIEMBRE Y LA
NAVIDAD:
La Navidad se celebra el 25 de
diciembre, (visitar el enlace del párrafo anterior para más información sobre
el tema). Navidad no es el 24 de diciembre, es TODO el 25 de diciembre. Eso sí:
Navidad NO ES LA CELEBRACION DE UNA FECHA, SINO DE UN HECHO, el nacimiento del
Salvador, evento absolutamente decisivo en la historia de la salvación. Es
entonces una conmemoración del significado de ese hecho. Se lee en las
profecías:
Porque un niño nos ha nacido, un
hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su
nombre: "Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de
la Paz." (Is 9, 5)
Ese hecho fue de tal magnitud que
todo el cielo lo celebró:
De pronto una multitud de seres
celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras:
"Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres:
ésta es la hora de su gracia". (Lc 2, 13-14)
Nosotros, los beneficiados con este
hecho, tenemos no solamente motivos sino una verdadera obligación de
celebrarlo.
Como lo importante es el
significado, todo lo anterior se resume en que debemos ser conscientes de que
hubo un día en el que Dios encarnado llegó a nuestras vidas, las cuales deben
estar listas para fructificar bajo su luz ("Yo soy la luz del mundo"
dijo Jesús en Jn 8, 12), de aquí que la temporada de adviento sea de penitencia
y reflexión (ese es el sentido del color morado en los trajes de los sacerdotes
en las misas, el mismo color de la cuaresma). Como dijo el Santo Padre Juan
Pablo II:
"Jesús nace para la humanidad
que busca libertad y paz; nace para todo hombre oprimido por el pecado,
necesitado de salvación y sediento de esperanza."
3.- LA NAVIDAD CRISTIANA Y LA
NAVIDAD CONSUMISTA:
Navidad es una fiesta que está bajo
un ataque tremendo en estos últimos tiempos. Santa Claus ha tomado el lugar de
Jesús-niño y el mall o el centro comercial ha tomado el lugar del templo. Que
triste que el Domingo antes de Navidad los estacionamientos de las Iglesias
estén vacíos y en los centros comerciales sea una hazaña encontrar un lugar
donde estacionar el automovil. Dice la Palabra de Dios:"Donde está tu
tesoro, allí esta tu corazón" (Mat.6:21) ¿Dónde está tu corazón? ¿En un
centro comercial?…. ¿Cuando llegue la tribulación a tu vida, a donde vas a ir a
buscar consuelo y paz? ¿Al centro comercial?
Navidad es una fiesta de cumpleaños
donde se le compran regalos a todos menos al niño que se festeja. Donde se hace
una fiesta y no se invita al homenajeado, donde hoy -tristemente- se trata de
que no se mencione el nombre del niño que nació, su nombre es Jesús.
El Apóstol Pablo, un hombre que un
día fue su enemigo y que se rindió a El, dice que: frente a ese nombre se
doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra, y hasta en el infierno y a este
"nombre sobre todo nombre" lo queremos borrar de nuestras vidas.
Para más confusión y desconsuelo en
los últimos años, hemos visto surgir ciertos lideres de distintas
denominaciones cristianas que se han sumado a la campaña de enemigos de la
Navidad. Ellos, desde estaciones radiales gritan: ¡Es una fiesta pagana!, y
basan su "guerra santa" contra la celebración del nacimiento de
Jesús, en la creencia de que en la antigua Roma ese día la fiesta del "sol
invicto"... al diablo no le faltan "casualidades". Otros
estudiosos de la Palabra de Dios reclaman que Jesús no nació en esta fecha y
proponen como solución al tema el olvidarse de esta fiesta. Pobres predicadores
que quieren privar al cristianismo de lo más hermoso de Aquel que le dio vida,
la sensibilidad.
Para los que unen sus fuerzas con
el enemigo aclaremos algunos puntos:
Los cristianos no celebramos
fechas, celebramos hechos. Nosotros nos alegramos y celebramos el hecho de
Aquel que no cabe en el universo quiso nacer de una virgen en este pequeño
planeta del inmenso universo para reconciliar al hombre con su Creador.
Como todo hecho neotestamentario,
la Navidad tiene precedencia bíblica. Inclusive, el día 25 de Diciembre ya era
celebrado en el antiguo pacto.
En 1 Macabeos 4, 52-53 leemos:
"52 El día veinticinco del
noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al
despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo
altar de los holocaustos que habían erigido"
Obviamente los no católicos no
incluyen este libro en su canon, no lo consideran libro de inspiración divina,
pero no pueden negar su valor histórico.
Judas Macabeo y sus hermanos
ordenaron a los sacerdotes que purificaran el santuario y echaran fuera el
altar profanado. En su lugar se edificó un nuevo altar y en la madrugada del 25
de Quisleu, correspondiente a nuestro mes de diciembre, fue consagrado. La
fachada del templo fue adornada, se encendieron luces y fue grande la alegría
en el pueblo.
También en la madrugada del 25 de
quisleu, los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús. Así como el altar
profanado fue echado fuera y se construyó un altar nuevo, así también el
sacrificio antiguo y una ley profanada por preceptos humanos fueron anulados
con el nacimiento del Mesías y un nuevo altar con un sacrificio perfecto fue
instaurado para regocijo y salvación de toda la humanidad.
Este es el verdadero sentido de la
Navidad, cuyo centro es Jesús y no un evento comercial o una fiesta pagana.
Rescatemos la Navidad para Cristo y cantemos con los ángeles de Belén:
"Gloria a Dios en las alturas y Paz en la tierra a los hombres que confían
en Él."
¿Hemos de limitarnos a llenarnos de
signos exteriores, como hermosos adornos, guirnaldas y enormes árboles de
navidad?, ¿hemos de limitarnos a servir opulentas cenas y entregar costosos
regalos?, ¿hemos de limitarnos a arreglarnos y vestirnos lo mejor que podamos?,
todo eso tan sólo son adornos para el exterior.
Recordemos lo que el Señor Jesús
nos dijo:
"Cuiden de ustedes mismos, no
sea que la vida depravada, las borracheras o las preocupaciones de este mundo
los vuelvan interiormente torpes y ese día caiga sobre ustedes de
improviso..." Lucas 21, 34
"¡Ay de ustedes, maestros de
la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien
pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y
de toda clase de podredumbre. Ustedes también aparentan como que fueran
personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de
maldad. " (Mt 23, 27-28)
"El Señor le dijo: "Así
son ustedes, los fariseos. Ustedes limpian por fuera las copas y platos, pero
el interior de ustedes está lleno de rapiñas y perversidades. ¡Insensatos!
" (Lc 11, 39-40)
La dureza de la expresión es
significativa, porque el que se concentra tan sólo en lo exterior, está
irrespetando a Dios, siendo que lo sensato es preparar nuestro corazón para que
el Señor venga, hacer renovación de nuestro interior, renovación que no es
posible sin el Señor. Por eso pide el salmista:
"Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu." (Sal 51, 12)
Y es que el Señor no rechaza el
corazón que se convierte honestamente:
"Mi espíritu quebrantado a
Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito." (Sal 51, 19)
En fin, que esta temporada de
Adviento camino de la Navidad, y la Navidad misma, sean ocasión especial para
que el Señor nos regale un corazón sensato:
"Enséñanos lo que valen
nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato." (Sal 90, 12)
"Les daré un corazón nuevo y
pondré en su interior un espíritu nuevo. Quitaré de su carne su corazón de
piedra y les daré un corazón de carne. Así caminarán según mis mandamientos,
observarán mis leyes y las pondrán en práctica; entonces serán mi pueblo y yo
seré su Dios." (Ez 11, 19-20)
Así es que tiene sentido la
Navidad. Así es que tienen sentido los adornos y las celebraciones, pero en la
sencillez que gusta al Señor que es la que conviene a nuestra naturaleza y todo
como testigos de una realidad eterna y no pasajera.
Que esta Navidad sea otra ocasión
para el nacimiento de Jesús pero en nuestro corazón, lo que supone que nazcamos
a la nueva vida como El mismo nos lo enseñó:
"En verdad te digo que nadie
puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba". Nicodemo le
dijo: "¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al vientre de su
madre para nacer otra vez?" Jesús le contestó: "En verdad te digo: El
que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo
que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu".
(Jn 3, 4-6)
Extraído de Catholic.net